Siddhartha es el primer libro que me hizo tomarle nota. ¿Viste cuándo te dicen que los libros están para escribirlos? Bueno, eso pasa poco, o lo haces en el colegio con alguien diciéndote que tenés que marcar. Pero con este libro me pasó, me interesaron tanto algunas partes y tan profundo es lo que se expresa en él que decidí que lo tenía que volver a empezar y leerlo bien tranqui, marcando todo lo que me parecía interesante. Bueno, he aquí mi reflexión.
El libro fue escrito por un genio sueco llamado Hermann Hesse que vivió entre los finales del siglo XIX y principios del XX . Posta que era genio porque era poeta, novelista, inventor y otras cosas. Volviendo, Hermann Hesse estuvo muchos años en Oriente investigando e interactuando con las culturas a las que, a pesar de que eran conocidas en occidente hace cientos de años, recién luego de la colonización fueron posibles "estudiar" (en la visión europea de la palabra osea, siempre viéndolas como inferiores). En este ámbito el supo de la cultura védica (la más difundida en la India actual) y del budismo.
Quedó sorprendido por las diferencias con las religiones occidentales (principalmente con el catolicismo). Obviamente le parecieron mejores las religiones, creencias y costumbres de los orientales.
En este libro el junta todos esos conocimientos en la historia de Siddhartha, un hombre que desde que es un niño está resuelto a encontrar su camino hacia la liberación, pasando por diferentes doctrinas y pensamientos. Siddhartha es contemporáneo de Gotama, Buda, a quién conoce en persona cuando este ya estaba iluminado y cuando su doctrina se expandía por la India. Sin embargo Siddhartha tratará finalmente de buscar su camino por sí mismo, sin doctrinas.
Lo encontrará, así como la liberación, pero no de la manera en que lo habían echo los demás ni encontró lo que pensaba encontrar. Y he aquí lo maravilloso del cuento, Siddhartha se libera cuando empieza a amar a todas las cosas, cuando no trata de encajar al mundo en un pensamiento sino que lo ama tal cuál es y sin tener ansias por desprenderse de él, llegando a la conclusión de que no existe el tiempo y de que en realidad no importa si reencarnamos (como lo afirma la religión védica y el budismo así como otras) sino que en algún momento (que en realidad no existe porque estamos siempre en presente) nos liberaremos.
Más allá del debate teológico y si se decide creer o no en lo que plantea Siddhartha es rescatable el papel que tiene el amor hacia todos los seres así como a todos los objetos, que, básicamente, se convertirán en seres animados.(una piedra en tierra y la tierra en planta).
Un planteo del mundo sin prisas, escuchando y teniendo paciencia para disfrutar de las maravillas que tenemos al alcance: el cantar de un pájaro, los sonidos de un río, el comer y el dormir, etc. Un mundo en el cuál nada debe ser cambiado y los humanos no deben estar pensando en eso sino pensando en cómo disfrutarlo.
Es un libro que recomiendo y que seguro volveré a leer cuando sea un poco más grande.
Dejo unos fragmentos interesantes e ilustrativos:
"(...) Desde que su hijo vivía con él, sintió que también él Siddhartha, se había convertido totalmente en un hombre niño: sufría por un ser humano, era capaz de amarlo, era capaz de extraviarse y cometer locuras por un amor. Ahora, por una vez en su vida, sentía él también, tardíamente, esta pasión, la más intensa y extraña de todas; y aunque sufría muchísimo por ella, se sentía dichoso, renovado y enriquecido en muchos aspectos.
Se daba perfecta cuenta de que este amor, este ciego amor por su hijo era una auténtica pasión, algo muy humano que pertenecía al sansara, una fuente turbia, aguas oscuras. Sin embargo, a la vez era consciente de que dicho amor no carecía de valor: era algo necesario, provenía de su propio ser. Aquel placer también pedía ser expiado, aquellos dolores exigían ser saboreados, y aquellas locuras, cometidas."
"(...) consciente de que esta vez, por fin, había aprendido el arte de escuchar. Aunque muchas veces hubiera escuchado todo aquello, esa infinidad de voces del río, esta vez le parecieron nuevas. Pronto no pudo distinguir ya más aquellas voces, las alegres de las llorosas, las infantiles de las varoniles: todas se le confundían y entremezclaban, los lamentos del deseo y la risa del sabio, los gritos de cólera y los estertores de los moribundos, todo se hacía uno, se entretejía y anulaba en mil diversos modos. Y todo ese conjunto, todas las voces, todas las metas, todos los deseos, todos los sufrimientos, todos los placeres, todo el bien y todo el mal, todo eso junto era el mundo. Todo eso formaba el río del devenir, era la música de la vida. Y cuando Siddhartha escuchaba atentamente ese río, aquel canto orquestado por miles de voces, cuando no escuchaba los lamentos ni las risas, cuando no ataba su alma a una de esas voces ni se introducía en ella con su propio Yo, sino que las oía todas, percibiendo el Conjunto, la Unidad, entonces la gran canción de las mil voces se reducía a una palabra, a una sola, y esta palabra era Om: La perfección.
-¿Oyes?-inquirió nuevamente la mirada de Vasudeva.
Con suave brillo refulgía la sonrisa de Vasudeva, iluminando todas las arrugas de su viejo rostro como el Om se cernía sobre todas las voces del río. clara era la luz de su sonrisa cuando miró a su amigo, y la misma sonrisa brilló también ahora con la luz clara sobre el rostro de Siddhartha . Su herida floreció, su dolor empezó a irradiar, su Yo se había fundido en la Unidad.
En ese momento dejó Siddhartha contra el destino, en ese momento dejo de sufrir. Sobre su rostro floreció la serenidad de esa sabiduría a la que no seopone ya ninguna voluntad, de esa sabiduría que conoce la perfección y que se aviene con el río del devenir, con la corriente de la vida, llena de compasión y simpatía entregada a la corriente e integrada en la Unidad.
Cuando Vasuveda se levantó de su asiento junto a la orilla, cuando miró los ojos de Siddhartha y vio que brillaban con la serenidad de la sabiduría, posó su mano suavemente en el hombro de su amigo, con la cautela y ternura de siempre, y le dijo:
-He estado esperando esta hora, amigo mío. Ya que ha llegado, déjame partir. Sí, mucho tiempo la he estado esperando, durante muchos años he sido el barquero Vasudeva. Pero ahora basta. !Adiós, cabaña; adiós, río; adiós; Siddhartha!
Siddhartha lo siguió con la mirada. Con una mezcla de alegría y gravedad muy profunda lo miró alejarse, vio la placidez que emanaba de su paso, vio su cabeza auroleada de esplendores, vio su figura irisada de luz"
"Ningún hombre es capaz de ver hasta qué punto del camino ha avanzado su prójimo; en el ladrón y en el jugador de dados aguarda Buda, en el brahmán puede ocultarse un bandido. La meditación profunda ofrece la posibilidad de abolir el tiempo de ver simultáneamente toda la vida pasada , presente y venidera ,y entonces todo es bueno, todo es perfecto, todo es Brahma. Por ello me parece bueno todo lo que existe: la vida no menos que la muerte, el pecado tanto como la santidad, la inteligencia no menos que la estupidez. Todo ha de ser así, todo no pide sino mi aprobación, mi buena voluntad , mi comprensión amorosa; y en ese caso es bueno para mí, sólo podrá estimularme nunca podrá hacerme daño. He experimentado en cuerpo y alma que me hacían falta el pecado, la concupiscencia, el afán de lucro, la vanidad y la más ignominiosa de las vanidades para aprender a vencer mi resistencia, para aprender a mar al mundo y a no compararlo más con algún mundo deseado e imaginado por mí ,con algún arquetipo de perfección inventado por mi cerebro, sino dejarlo tal como es, y amarlo e integrarme a él con gusto. Éstas, oh , Govinda, son algunas de las ideas que han acudido a mi espíritu"
"(...) ellas son mis semejantes. Esto es lo que me las hace tan entrañables y dignas de respeto: son mis semejantes. por eso puedo amarlas. Y he aquí una doctrina de la que vas a reírte: el amor, Govinda, me parece la cosa mas importante que existe. Analizar el mundo, explicarlo o despreciarlo acaso sea la tarea principal de los grandes filósofos. Yo, en cambio, lo único que persigo es poder amar al mundo, no despreciarlo, no odiarlo a el ni odiarme a mí mismo, poder contemplarlo-y con él a mí mismo y a todos los seres- con amor, admiración y respeto"
Siddhartha, Hermann Hesse, 1922
No hay comentarios:
Publicar un comentario